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Carlos Giménez: “No hay que hacer un teatro para el público, hay que formar a un público para el teatro” / Centro Cultural Chacao, Venezuela, 2016











Hace 23 años falleció Carlos Giménez, director de teatro, gerente cultural y escritor argentino-venezolano que fundó el Festival Internacional de Teatro de Caracas (FITC), el Instituto Universitario de Caracas (Iudet), el grupo Rajatabla, el Taller Nacional de Teatro, el Centro de Directores para el Nuevo Teatro y el Teatro Nacional Juvenil de Venezuela. Su visión artística y existencial sigue tan vigente como siempre
Carlos Giménez nació en Rosario, Argentina, el 13 de abril de 1946. Estudió en la Escuela de Arte Dramático, organizó el primer Festival de Teatro de Córdoba y se autoexilió en Europa por la dictadura militar.
Su concepción estética, artística y creativa, así como también su visión de promoción teatral cuando Europa se encontraba en ruinas después de la guerra estuvieron inspiradas en el actor y director italiano Giorgio Strehler. Fue tildado de “izquierdista”, pues a sus 15 años ya mostraba tendencias de vanguardia, en contraste con el estilo clásico argentino de la época.
En 1969 llegó a Venezuela, donde fue recibido por la periodista y directora del Ateneo de Caracas, María Teresa Castillo, y  su esposo, Miguel Otero Silva, director del diario El Nacional. Realizó aproximadamente 80 montajes en Argentina, Estados Unidos, México, Perú, España, Rusia, Italia y Venezuela, que participaron en los más prestigiosos festivales internacionales de teatro del mundo.
Su vanguardia fue recibida con elogios por algunos y con críticas por otros. Uno de sus clásicos, “La orgía”, causó conmoción entre los gobernantes y la conservadora sociedad caraqueña. Era una propuesta simbolista que denunciaba a todos los niveles la corrupción imperante, como lo afirma Gloria Pazos en su artículo “Rajatabla, presencia y significación”.
El montaje fue suspendido por amenazas del gobierno de Rafael Caldera y otros sectores influyentes del país, que lo consideraron “pornografía”.
Luego de la suspensión de “La orgía”, Giménez volvió a Córdoba hasta que Miguel Otero Silva lo invitó a dirigir una versión de Don Mendo. En ese momento volvió a Caracas definitivamente.
Durante sus viajes adoptó una visión pública del teatro y decidió aplicarla en Venezuela. Su objetivo era abrir las tablas a un público más amplio. Para lograrlo, trabajó con jóvenes de liceos caraqueños, como el Gustavo Herrera, y desarrolló  temáticas críticas.
Con el grupo Rajatabla, primera compañía teatral del país, captó el interés de los más jóvenes y montó exitosas piezas como “Lanzas coloradas”, una adaptación de la obra de Arturo Uslar Pietri.
Me interesa que mis espectáculos sean vistos siempre por la mayor cantidad de público, pero pienso que no hay que hacer un teatro para el público, hay que formar un público para el teatro. El teatro es una reserva moral, por eso tiene que cumplir una misión”, dijo Giménez en una entrevista con E.A Moreno-Uribe.
Carlos Giménez murió en Caracas, el 28 de marzo de 1993, a los 46 años de edad.





Murió en Caracas el gran creador teatral Carlos Giménez/ El Tiempo, Bogotá, 11 de abril de 1993






Venezuela ha sido en los últimos lustros refugio de escritores y artistas. Ahí llegó en los años 60, para quedarse el dramaturgo y teatrero argentino Carlos Giménez. Fundó y puso a toda máquina el famoso grupo Rajatabla, tomando el nombre del libro de cuentos de Luis Britto García, ganador del Casa de las Américas. Controvertido, apasionado (era natural de Córdoba), llorón, dirigió el Festival Internacional de Teatro de Caracas, organizó el Centro de Directores para el Nuevo Teatro y el Taller Nacional de Teatro, y montó Fiebre de Otero Silva, El señor presidente de Asturias, Bolívar de Rial, El coronel no tiene quién le escriba de Gabo. Y terminó, ahí en Caracas, su última función en la última semana de marzo, aún joven, vencido por el sida.


Fuente: El Tiempo, Bogotá, 11 de abril de 1993










Carlos Giménez y Carlos Andrés Pérez / por Carmen Guedez, Tinta Indeleble, España





(...)

A CAP le vi una sola vez y me dejó un buen recuerdo. Fue el día del velatorio del director de teatro Carlos Giménez. CAP hizo un alto en sus actividades y, sorpresivamente, se presentó en la funeraria “Vallés” y cubrió el féretro con nuestra bandera nacional. Cuando vi aquello, rompí a llorar de la emoción por algo tan inesperado. Todavía me parece ver a la anciana madre de Carlos, en el cementerio, con nuestra bandera en sus manos mientras su genial hijo descendía al lugar de su último reposo.

(...)

Carmen Guedez
Tinta Indeleble


Lee el artículo completo: aquí




Carlos Giménez deportado de México en 1973 mientras ensayaba "Torquemada" de Augusto Boal / Instituto Augusto Boal, Brasil, 20/10/2017

Fuente: Luisa Huertas/ Teresa Selma





Programa de mano







La obra teatral "Torquemada", escrita por Augusto Boal cuando estuvo encarcelado durante la Dictadura Militar brasilera, fue estrenada en el Centro Libre de Experimentación Teatral y Artística de la Universidad Nacional Autónoma de México (CLETA – UNAM) en 1973.

El grupo de teatro venezolano Rajatabla y su director Carlos Giménez llegaron a México en 1972. Cuando estaba iniciando los ensayos de "Torquemada", Carlos Giménez fue deportado, violentamente retirado de su hotel en México y  colocado en un avión de regreso a Buenos Aires.

El espectáculo fue estrenado en mayo de 1973, en el Foro Isabelino y estuvo dos meses en temporada, dedicando las funciones al director Carlos Giménez.

Sobre el estreno de Torquemada, Gerardo de la Torre cuenta en su libro "Torquemada contra viento y marea":


"A los pocos días del estreno, todo el mundo - chicas y chicos cansados, y sin embargo llenos de vitalidad - corren, se preocupan en pintar las paredes, colocar la iluminación, barrer los camerinos,  coser los botones al vestuario. Ensayan a la tarde, de noche y de madrugada,  critican y se autocritican."



Torquemada no México


A peça Torquemada, escrita por Augusto Boal durante a prisão durante da Ditadura Militar brasileira, foi encenada no Centro Libre de Experimentación Teatral y Artística de la Universidad Nacional Autónoma de México (CLETA – UNAM) em 1973.
O grupo de teatro venezuelano Rajatabla e seu diretor Carlos Giménez chegou ao México em 1972. Enquanto iniciava a montagem de Torquemada, Carlos Giménez foi deportado, violentamente retirado de sua hospedagem no México e colocado em um avião de retorno a Buenos Aires.
 El grupo de teatro venezolano Rajatabla y su director Carlos Giménez llegaron a México en 1972. Cuando estaba iniciando los ensayos de "Torquemada", Carlos Giménez fue deportado, violentamente retirado de su hotel en México y  colocado en un avión de regreso a Buenos 
O espetáculo teve sua estréia em maio de 1973 no Foro Isabelino e ficou dois meses em temporada, dedicando as apresentações ao diretor Carlos Giménez.
Sobre a estreia de Torquemada, Gerardo de la Torre conta em seu livro “Torquemada: contra viento y marea”:

A poucos dias da estreia, todo mundo – moças e rapazes cansados, porém cheios de vitalidade – correm, se preocupam em pintar as paredes, colocar a iluminação, varrer os camarins, colocar os botões no figurino. Ensaiam a tarde, de noite e de madrugada,  criticam e se auto-criticam.




Carlos Giménez, Fundación Rajatabla e o teatro na Venezuela / Instituto Augusto Boal, Brasil, 22/09/ 2017

Herencia salvaje de Carlos Giménez, por E.A.Moreno Uribe, El Universal, 7 de diciembre de 2017






Si el Sida no lo hubiese quitado del camino, ahora tendría 71 años y habría materializado muchos de sus proyectos artísticos y personales los cuales coincidían en uno solo: el definitivo desarrollo del teatro venezolano, el cual por ahora tiene que esperar unos años más. Pero de aquel  Juan Carlos Giménez Gallardo solo nos quedan millones de recuerdos en las memorias de quienes lo conocimos y aplaudimos sus experimentaciones teatrales, sin desechar algunos pocos textos sobre su innegable y valioso periplo existencial, además de la contundente huella física de unos valientes seguidores al no salir o huir del provisional edificio que el Ministerio de Obras Públicas (MOP) construyó como galpón para el Ateneo de Caracas, en una parcela ubicada en el lado norte del Teatro Teresa Carreño.
Ahí, en esos tres pisos de un pequeño edificio de ladrillos rojos, está la sala y la sede administrativa del que fuera el grupo teatral más importante de finales del siglo XX, Rajatabla, muy venido a menos ahora tras la desaparición de su fundador, en 1993, y la muerte del inolvidable gerente general, Francisco Alfaro, en 2011.  En el edificio Rajatabla, como se le conoce desde 1983 –con un busto metálico de Carlos Giménez en la plazoleta de entrada a la edificación– se realizan, desde 1984, unos intensos y hasta originales talleres para la formación actoral, los cuales han servido para el debut de centenares de actores y actrices. Toda la gloria artística de los montajes de Rajatabla se habrá perdido o sustituido, pero esa cantera de preparación artística ha permanecido, en medio de las más difíciles circunstancias, de las cuales hemos sido testigos, porque la formación del recurso humano del teatro venezolano no cesa, es como el relámpago del Catatumbo pero en lo teatral, bajo la mirada oportuna de William (José Rosario) López, el relevo en las lides administrativas.
Y es por todo esos trabajos colectivos que en estos días se presenta el espectáculo de grado de la promoción XXVII del Taller Nacional de Teatro  (TNT 2016-2017) de la Fundación Rajatabla, en honor al actor Antonio Delli. Se trata del montaje Salvajes, cuyo texto está basado en la obra contemporánea de teatro chileno En la oscuridad de Marcelo Arcos, y en la novela Detectives salvajes de Roberto Bolaño Roberto (Santiago de Chile 1953/Barcelona 2003), bajo la adaptación y dirección general de Luis Domingo González. Las actuaciones están a cargo de los egresados del TNT 2016-2017: Luis Bolívar, Howard Madrid, Bárbara Ordóñez, Lady Villamizar, Nelly Sosa, Edison Mejías, Joel Madrid, Carlos Gallardo, Estefanote Ramos y Samelis Zabala.
En Salvajes –muy apropiado el  titulo para lo que enseñan los 90 minutos de la acción escénica– se plasma la cruda historia de dos hermanos a quienes la vida les impidió amar y aprendieron las peores formas para hacerlo; terminando perdidos en el laberinto de una sociedad devastada y fragmentada en innumerables trozos de vidrios rotos,  que nadie se atreve a recoger,  sin poder gritar con furia sus sentimientos; ellos encuentran en la muerte su único medio de liberación para amar, como explica, muy didácticamente, el director y versionista  González, el mismo que acaba de realizar un arqueológico trabajo escénico con el  sainete El rompimiento, de Rafael Guinand, para la Compañía Nacional de Teatro.
Ante una sociedad venezolana que juzga con todos sus cánones, esta pieza teatral Salvajes plantea como es imposible la posibilidad eterna de amar y como lo que más parece unir a dos personas es lo que termina separándolos trágicamente. Así mismo propone cómo la memoria y los sufrimientos del ayer parecen ser un vago recuerdo del pasado; cuando en realidad siguen latentes en el presente, ya que sólo se cuenta con una esperanza futura que es abrumadora, difusa, y hablamos de la Venezuela que nos atormenta, reitera González, cuyo espectáculo fue iluminado por David Blanco y producido por Rajatabla.
El montaje, que se desarrolla en un espacio escénico en negro y a la italiana, únicamente tiene como dispositivo escenográfico una docena de sillas cubiertas por bolsas plásticas negras, esas que se utilizan para recoger basura o restos humanos. Ahí posible ponderar el vigor físico de ese grupo de muchachas y muchachos que martillan los oídos y las conciencias de los espectadores con sus textos desgarrados y desgarradores, ya que aunque el lenguaje es poético y hasta rudimentario, la incesante movilidad de los interpretes recrean imágenes que no dejan nada a la imaginación por la truculencia de las mismas y por la veracidad de sus contenidos.
Es innegable el trabajo físico y artístico de este elenco de graduados, quienes además demuestran un compromiso sociopolítico poco frecuente. No hay duda que han utilizado muy bien las líneas que les dejó Bolaños y que además Arcos les aportó. El director González es, pues, el artífice de ese experimento artístico que merece ser visto, aplaudido y comentado .No todo se ha perdido y el teatro no se detiene.
Recomendación 
Este grupete de jóvenes egresados –sus edades promedio no superan los 23 años– deben asociarse y continuar trabajando juntos, porque si se dispersan se les hará imposible reagruparse.
Hace 24 años de la desaparición física de Carlos Giménez, pero resulta que él dejó uno de los proyectos pedagógicos más importantes en la historia del teatro en Venezuela, hasta ahora. El Taller Nacional de Teatro desde su creación hasta la fecha ha formado más de un centenar de actores y actrices. Hay que  hacer estudios sobre ese TNT, hacerle promoción y el valor que se merece debido a la calidad de enseñanza que reciben los alumnos, por fomentar la idea de la actuación como una profesión y por colaborar con el desarrollo de las artes escénicas en nuestro país, como comenta una ex alumna.
La falta de instituciones privadas en las tareas formativas es lamentable, pero ahora se gesta un experimento que puede ser histórico, tal es el proyecto de Escénicas, en la Montaña Creativa, donde Gerardo Blanco lleva la batuta, acompañado de José Tomás Angola Heredia y Matilde Corral, entre otros. En el teatro venezolano se sueña y se construye otro país, y en ese colectivo participamos muchos.
 emorenouribe@gmail.com
@EAMORENOURIBE
 7 de diciembre de 2017

Fuente: El Universal







Nota: Los enlaces fueron agregados por este blog

Agradecemos profundamente a la escritora Elisa Lerner 
por habernos enviado este artículo.






Carlos Giménez: "Carta al Público", VIII FITC 1990





"Muchos acontecimientos marcan la historia del Festival.  De aquí se proyectaron a la escena internacional compañías y grupos que hallaron en este encuentro la plataforma que su talento necesitaba."
Carlos Giménez





Fuente:






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